EL DÍA PRIMERO DE MAYO.
LA TULLÍA O MISIA
CALAMIDAD Por Luis Alfredo Valles Silva
El día primero de mayo// se
presenta la Tullía,// con
su maleta en el hombro// señores: ¡Muy buenos días!
Con esta cuarteta popular, perduró en algunos
sectores del Municipio Independencia, específicamente en el otrora barrio La
Independencia, una muy antigua leyenda, a la cual los coterráneos mas añejos del
lugar le aseguran orígenes indígenas y lo cual degeneró en una también antigua tradición.
Se trata pues de un evento, que fue
opacado por otro, el primero una costumbre tradicional comunitaria, que hasta
la presente fecha no le hemos hallado par en otro estado y menos país, aunque
estamos seguro de que si lo habrá y estaremos gustosos de saber de estos, el
segundo evento que opacó al primero fue la promulgación internacional allá por
los años 1889, del Día Internacional de Los Trabajadores. Por lo menos en lo
que respecta a nuestra familia y el entorno de la misma, siempre se recordó al
día “Primero de Mayo” como el Día de
La Tullía, estamos conscientes de que dicho término no es más que un barbarismo
de la correcta palabra “Tullida” de lo cual
el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española nos dice: Tullido (a):
(Del
part. de tullir). adj. Que ha perdido el
movimiento del cuerpo o de alguno de sus miembros. U. t. c. s. La susodicha “Tullida” es pues, un personaje
imaginario, según los portadores orales del mito era una mujer horrorosa, de muy mal aspecto, profetizadora de malos augurios, portadora de calamidades, de allí
que en comunidades, según nuestra dilatada amiga y colega investigadora de
tradiciones locales, en su Municipio José Vicente Peña, también del Estado
Yaracuy, La Profesora Carmen Aída González, se le conoció y aun se le recuerda como “Misia
Calamidad”; ese día primero de mayo, el citado personaje llegaría de casa en
casa portando un bagaje o equipaje de todo lo malo que ella podría presagiar,
pero sobre todo dejaría la mas inminente hambruna para todo el año; lo único
que podía contrarrestar el mal advenimiento de su presencia en el hogar, era
levantarse muy temprano, inclusive antes de que los rayos del sol dieran en ese
día y encender el, para aquel entonces “fogón” (lugar en ranchos
o estancias, donde se hace el fuego para cocinar) de los humildes hogares de
las familias de aquellos antiguos días; aun retumban en nuestros oídos, los
gritos de las mas viejas de las casas vecinas, en los para aquellos días solares,
donde no existían paredes amuralladas que hoy día aíslan las familias, no se
contaba ni con cercas o “empalizadas” los patios eran colectivos y un iba y venía
de uno y de otro hogar como si fuese el propio, “Fulana levantáte y prendé ese fogón,
mirá que te va a agarrar la tullía” a
lo que instantáneamente, acto seguido, como un mandato militar quien escuchaba
aquella expresión y por olvido lo había obviado, encendía tal vez ya no un
fogón, tal vez su cocina de “mecha” y a kerosene, difícilmente se contaba con
las modernas cocinas a gas y menos las eléctricas, se hacía un cafecito o un té
de hierbas del patio, tal vez de yerbabuena (hierba buena), o de malojillo o
cualquier otra hierba aromática y medicinal, de lo cual se debía brindar u
obsequiar a los miembros del hogar y preferiblemente a los vecinos y/o parientes,
que eran los que circundaban el entorno familiar de esos tiempos, ello era
signo de que el año sería próspero, de abundantes alimentos que degustar y
compartir con el vecindario, se cancelaba la nefasta premonición de un año duro
o de escasa bonanza.
Informantes:
Señora Celsa Mercedes Silva de Valles
Señora María Amalia Gómez Orozco (+)
Señora María Isabel Aponte Colmenarez (+)
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